- Por islamtoday.net
Descripción: La imponente creación de Dios nos hace humildes, y hace que Lo reconozcamos y Lo alabemos.
La gente a veces se imagina que es muy importante, y mira con desdén a los demás, levantando sus narices en el aire. Pero si solo consideraran estas grandes e inspiradoras creaciones a su alrededor, tendrían una sensación de humildad y se volverían sumisos hacia su Señor.
Cosas a considerar
1. Al momento de la concepción, entre cinco y seis millones de espermatozoides pasan por el tracto vaginal, cada uno de ellos con la capacidad de fertilizar el óvulo y convertirse en un ser humano. Pero Dios, en Su sabiduría, elige solo una de esas células para que fertilice el huevo, y solo esta se desarrollará en un ser humano completamente formado; siendo la decisión de Dios crear un ser que, por la gracia de Dios, posee la capacidad de razonar y disponer de sus asuntos.
Así es como todos fuimos creados, por lo que debemos sentir humildad al reconocer la grandeza y majestad de nuestro Señor. Debemos recordar nuestros humildes orígenes para que podamos apreciar la enorme diferencia entre esa pequeña gota de fluido mezclado de la que fuimos concebidos, y el ser humano completamente formado que somos ahora. Esto debe llevarnos a glorificar a Dios, permanecer conscientes de Él en todo momento y darle gracias.
2. Hay más de cien billones de células en el cuerpo humano. Todas esas células tienen orgánulos, sistemas, procesos complejos y grandes depósitos de información. Cada detalle de la célula glorifica a su Señor mientras lleva a cabo su papel de célula de manera ejemplar.
El núcleo de cada célula contiene aproximadamente 31.000 millones de nucleótidos (las cuatro “letras” moleculares del ADN), que explican los rasgos genéticos de todo organismo vivo y regulan su funcionamiento. Esta información es la que el organismo hereda de sus padres.
Este enorme número de “letras” moleculares que conforma nuestro ADN se repite en cada una de los cien billones de células de nuestros cuerpos. Cada una de esas letras atestigua la grandeza de Dios, Quien las creó.
3. Cuando miramos el cielo nocturno, nos fijamos en la inmensidad del espacio y en los billones de galaxias que hay sobre nuestras cabezas. Cada galaxia, a su vez, es una conglomeración de miles de millones de estrellas, y esas estrellas se encuentran en diversos estados de sus ciclos de vida. Algunas están en proceso de formación, otras son jóvenes, otras maduras, mientras que otras están en la agonía de la muerte. Cada una de esas estrellas glorifica a Dios en el espacio, cuya vastedad confunde la mente. Solo Dios conoce la extensión total del universo. Si imaginamos una nave espacial capaz de viajar a la velocidad de la luz (un millón ochenta mil kilómetros por hora), le tomaría miles de años a esa nave cruzar una sola galaxia, sin contar lo que hay más allá de ella.
Dios dice:
“Juro por lo que ven y por lo que no puede verse”. (Corán 69:38-39)
Y también dice:
“¡Juro por las estrellas cuando desaparecen! Lo cual, si supieran, es un juramento grandioso”. (Corán 56:75-76)
Una galaxia dada puede contener alrededor de cien a mil millones de estrellas, y cada día los científicos descubren algo nuevo acerca de nuestro espacio. Los medios de observación actualmente disponibles para la ciencia son todavía muy limitados. Nosotros, como seres creados, debemos ver la grandeza de Dios en Su creación, y vernos a nosotros mismos con humildad.
El mundo natural es un libro abierto que exalta las alabanzas a Dios.
“Lo glorifican los siete cielos, la Tierra y todo cuanto hay en ellos. No existe nada que no Lo glorifique con alabanzas, aunque ustedes no puedan percibir sus glorificaciones. Él es Magnánimo, Perdonador”. (Corán 17:44)
Dios también dice:
“¿Acaso no ves que se prosternan ante Dios quienes están en los cielos y en la Tierra, y el Sol, la Luna, las estrellas, las montañas, los árboles, los animales, y muchos de los seres humanos? Pero muchos otros [seres humanos] merecen el castigo. A quien Dios humille no habrá quien pueda dignificarlo; Dios hace lo que quiere”. (Corán 22:18)
Toda la belleza y el esplendor del universo que podemos ver no es más que un pequeño vislumbre del ingenio del Creador.
Cuando un creyente reflexiona sobre la creación de Dios, revela algo de la grandeza de Dios y de Su inmensa sabiduría. Ello trae paz al corazón del creyente y fortalece su fe.
Dios dice:
“En la creación de los cielos y de la Tierra, y en la sucesión de la noche y el día, hay signos para los dotados de intelecto, que invocan a Dios de pie, sentados o recostados, que meditan en la creación de los cielos y la Tierra y dicen: ‘¡Señor nuestro! No has creado todo esto sin un sentido. ¡Glorificado seas! Presérvanos del castigo del Fuego’”. (Corán 3:190-191)