Los Milagros de Muhámmad (parte 3 de 3)

Por IslamReligion.com

Descripción: En este artículo mencionaremos algunos de los tantos milagros del Profeta Muhámmad (la paz y las bendiciones de Dios sean con él).

Existen muchos otros milagros que el Profeta realizó y que se mencionan en la Sunnah (el conjunto de dichos, hechos, aprobaciones y reprobaciones del Profeta).

El tronco del árbol

En Medina, el Profeta Muhámmad  solía dar sermones apoyado en el tronco de un árbol. Cuando el número de musulmanes aumentó, alguien pensó en la necesidad de construir un púlpito para que el Profeta lo usara al dar sus sermones. Cuando el púlpito fue construido, el Profeta abandonó el tronco del árbol. Abdullah Ibn Umar, uno de sus compañeros, narró que entonces ocurrió un hecho extraordinario. El tronco, donde el Profeta solía apoyarse, comenzó a llorar. Entonces el Profeta tuvo misericordia de él y lo confortó con su mano.[1]

El evento confirmado por varios testigos oculares y fue trasmitido a través de los siglos mediante una cadena ininterrumpida de eruditos fiables (hadiz mutawátir).[2]

El fluir del agua

En más de una ocasión cuando las personas estaban en necesidad urgente de agua, la bendición de Muhámmad los salvó. En el sexto año después de que el Profeta emigró de La Meca a Medina, se dirigió a La Meca para realizar la peregrinación. En la larga jornada a través del desierto, las personas se habían terminado toda el agua que traían consigo, sólo el Profeta había dejado un recipiente con el que realizaba la ablución para las oraciones. Entonces, él puso su mano en el recipiente y el agua empezó a fluir de entre sus dedos. Yabir ibn Abdullah, quien presenció este milagro junto a unos mil quinientos hombres más, dijo: “Bebimos de esta agua e hicimos la ablución”[3].  Este milagro ha sido transmitido a través de una cadena ininterrumpida de eruditos fiables (hadiz mutawátir).[4]

El fluir del agua de entre los dedos del Profeta Muhámmad, es similar al milagro de Moisés cuando de una piedra fluyó agua para que tomaran sus seguidores.

Bendecir la comida

En más de una ocasión, el Profeta bendijo la comida orando o tocándola para que todos los presentes pudieran comer hasta saciarse. Esto sucedió en épocas cuando la escasez de comida y agua afligía a los musulmanes.[5]  Estos milagros tuvieron lugar en presencia de un gran número de personas y, por lo tanto, son imposibles de negar.

Sanar al enfermo

Abdullah Ibn Atik se rompió una pierna y Muhámmad lo sanó sólo pasando su mano sobre ella. Abdullah dijo que sintió como si jamás le hubiera pasado nada. La persona que dio testimonio de este milagro era otro compañero, Bara Ibn Azib (Registrado en Sahih Al-Bujari)

Durante la expedición a Jaibar, Muhámmad sanó los ojos adoloridos de Ali Ibn Abi Talib delante de todo el ejército. Ali, muchos años después, se convirtió en el cuarto califa de los musulmanes.[6]

Exorcismos

Muhámmad exorcizó el demonio de un muchacho que había sido traído por su madre para ser sanado por él, diciendo: ‘¡Sal fuera! ¡Yo soy Muhámmad, el Mensajero de Dios! La mujer dijo: “Juro por Quien te envió con la verdad, que no hemos vuelto a ver algo malo en él desde entonces”.[7]

Las súplicas respondidas

(1)  La madre de Abu Huraira, uno de los compañeros más cercanos a Muhámmad, solía hablar mal del Islam y de su Profeta. Un día, Abu Huraira acudió llorando a Muhámmad y le pidió que orara para que su madre fuera guiada. Muhámmad oró, y cuando Abu Huraira regresó a su casa  encontró a su madre lista para aceptar el Islam. Ella dio el testimonio de fe delante de su hijo, y entró así en el Islam.[8]

(2)  Yarir Ibn Abdullah fue comisionado por el Profeta para viajar a un lugar donde se adoraba un ídolo en lugar de Dios y destruirlo, pero éste se quejó de no poder montar bien a caballo. El Profeta oró por él, rogando: ‘Oh Dios, hazlo un jinete fuerte, uno que es guiado y que guía a los demás’. Yarir dijo que nunca volvió a caerse de su caballo después de esa oración del Profeta.[9]

(3)  Las personas sufrían hambre en la época de Muhámmad. Un hombre se puso de pie cuando Muhámmad estaba ofreciendo el sermón semanal del viernes, y dijo: ‘Mensajero de Dios, nuestra riqueza se ha destruido por la sequía y nuestros niños están hambrientos. Pide a Dios por nosotros’. Muhámmad levantó sus manos e hizo una plegaria.

Aquéllos que estaban presentes testificaron que en el momento en que él bajó sus manos, las nubes empezaron a formarse tan grandes como las montañas.

¡Cuando él bajo de su púlpito, la lluvia estaba goteando de su barba!

¡Llovió durante una semana entera hasta el siguiente viernes!

El mismo hombre se puso de pie nuevamente, y esta vez se quejó así: ‘Mensajero de Dios, nuestros casas se derrumban, y nuestras propiedades se inundan, pide a Dios por nosotros’.

Muhámmad levantó sus manos y elevó una plegaria: ‘Oh Dios, (haz que caiga la lluvia) alrededor nuestro, pero no sobre nosotros’.

¡Aquéllos que estaban presentes testificaron que las nubes se retiraron en la dirección hacia la que él apuntó, la ciudad de Medina fue rodeada por las nubes, pero no había ninguna nube sobre de ella![10]

(4)  Esta es una hermosa historia de Yabir: Él narró que en una ocasión, el camello que montaba estaba exhausto porque se lo usó para transportar agua. El camello apenas podía caminar. Muhámmad le preguntó: ‘¿qué ocurre con tu camello?’ Al ver lo cansado que estaba el pobre camello, Muhámmad hizo una plegaria por el animal, y Yabir nos dice que, desde entonces, el camello siempre estaba delante de los otros, enérgico y aventajándolos con su paso. Muhámmad le preguntó a Yabir: ¿Cómo se encuentra tu camello? ‘Yabir respondió: ‘está bien, tu bendición lo ha ayudado mucho’. Muhámmad compró el camello de Yabir por una pieza de oro, con la condición que Yabir lo montara de regreso a la ciudad. A la mañana siguiente, Yabir llevó el camello a Muhámmad, pero Muhámmad le dio la pieza de oro y le dijo que conservara su camello.[11]

No es de extrañar que aquéllos que vivieron junto al Profeta dieran testimonio de estos grandes milagros, realizados frente a inmensas muchedumbres, estando totalmente seguros de su veracidad.

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