Las grandes mujeres detrás de los grandes hombres (parte 1 de 4): La madre

Por Aisha Stacey (© 2016 IslamReligion.com)

Descripción: María (Mariam), la hija de Imrán y madre de Jesús.

Detrás de cada gran hombre hay una gran mujer, detrás de todo hombre hay una mujer, detrás de todo hombre exitoso hay una mujer. Estas tres versiones de un viejo dicho, son más recordado como eslogan feminista de las décadas de 1960 y 1970. Y cuando piensas en ello, parece ser cierto. ¿Cómo respondemos cuando escuchamos acerca de un hombre cuya madre hizo de todo para darle educación, la mujer que trabajó en tres empleos a la vez para criar a sus hijos; y la mujer que permaneció silenciosa entre bambalinas mientras su esposo alcanzaba el poder como estadista, empresario, político o educador? Los hombres se elevan a grandes alturas cuando las mujeres en sus vidas los crían, apoyan y animan a ser los mejores hombres que pueden ser. Incluso los profetas de Dios se beneficiaron del consejo sabio de las mujeres en sus vidas.

Aquí comenzamos una serie de artículos acerca de las grandes mujeres que estaban no detrás, sino al lado de los hombres en sus vidas. Estas grandes mujeres en sus propias formas individuales, apoyaron y animaron a los hombres cuyas vidas estaban llenas de peligros y de enormes cambios. Madres, esposas, hijas… la influencia que estas mujeres tuvieron sobre los hombres de sus vidas es notable. El Islam llama a estas mujeres “lo mejor de la humanidad”.

“Las mejores mujeres de la humanidad son cuatro: Mariam, hija de Imrán; Asia, la esposa del Faraón; Jadiya, hija de Juwailid; y Fátima, la hija del Mensajero de Dios”[1].

La clave del éxito para cualquier mujer es vivir la vida según la guía de Dios. Como sabemos, esta guía está contenida de forma completa en el Corán y en las tradiciones del Profeta Muhammad. Comencemos con las madres: El Islam enfatiza su importante rol en numerosas ocasiones. El Profeta Jesús (la paz sea con él) dijo:

“Soy un siervo de Dios, Él me revelará el Libro y hará de mí un Profeta. Seré bendecido dondequiera que me encuentre, y me ha encomendado hacer la oración, dar caridad mientras viva, honrar a mi madre y no ser arrogante ni insolente”. (Corán 19:30-32)

“Y [recuerda] cuando los ángeles dijeron: ‘¡María! Dios te ha elegido por tus virtudes y te ha purificado. Te ha elegido entre todas las mujeres del mundo’”. (Corán 3:42)

El yerno y compañero cercano del Profeta Muhammad, Ali, dijo: “Escuché al Profeta de Dios decir que María, la hija de Imrán, fue la mejor de todas las mujeres”[2].

Mariam, la palabra árabe para María, significa sierva de Dios. María, la madre de Jesús, fue dedicada a Dios desde antes de nacer. La madre de María le dedicó su bebé al templo, y al hacerlo, aseguró la libertad de María, pues entendió que la verdadera libertad solo es posible a través de la completa sumisión a Dios.

María creció teniendo confianza plena en Dios, y su historia puede hallarse en el Corán, en particular en los capítulos 3 y 19. En el capítulo 5 del Corán, María es denominada Siddiqa(veraz), y la palabra árabe Siddiqa implica mucho más que decir la verdad. Indica que la persona ha alcanzado un nivel de rectitud muy elevado. Significa que alguien es veraz no solo consigo mismo y con la gente a su alrededor, sino también con Dios. María era una mujer que cumplió su alianza con Dios, a Quien ella adoró con total sumisión. Ella era piadosa, casta y devota, la mujer elegida entre todas las mujeres para ser la madre de Jesús.

Después del nacimiento de Jesús, María se enfrentó a dificultades increíbles. A pesar de que era una mujer joven y tenía fe, carácter y autocontrol, es difícil imaginar el valor que necesitó para regresar a su pueblo con un bebé en brazos. Ella dejó el pueblo siendo una jovencita, apenas mayor que una niña, pero con una reputación de piedad y rectitud. Y regresó como una madre soltera de un recién nacido. Imaginemos las habladurías, los chimes y las acusaciones. Cuando la gente del pueblo la rodeó y le hizo preguntas, ella siguió las instrucciones de Dios y no habló. Fue el mismo Jesús, un recién nacido acunado en los brazos de María, quien habló, declarándose a sí mismo como Profeta de Dios (Corán 19:30).

El Islam nos cuenta muy poco sobre la vida que compartieron Jesús y su madre María. Por supuesto, podemos suponer que María era una mujer de su época. Con la excepción de su educación y posible capacidad de leer, María había vivido y aprendido igual que las demás niñas judías a su alrededor. Habría mantenido la casa, cocinado, limpiado, cosido, caminado hasta el pozo en busca de agua, pero por encima de todo, era una educadora. Es fácil imaginar a Jesús sentado en su regazo o a sus pies, escuchando las historias de su pueblo, y sus oraciones. También habrá experimentado de cerca el profundo amor y confianza de María hacia Dios. ¿Qué tanto del carácter de María influenció a Jesús mientras crecía? Mucho, es la respuesta más probable.

Mientras Jesús crecía y comenzaba su misión, María debió haberse comportado como cualquier otra madre. Probablemente se tragó sus miedos y animó a su hijo a esforzarse por agradar a Dios. De seguro María sintió el peligro de la misión de Jesús y, sin embargo, se aferró a su confianza total en Dios y le transmitió a su hijo su sensación de satisfacción con la Voluntad de Dios.

El papel de la madre es a la vez monumental y abrumador. No solo hace que pase por las alegrías y las dificultades del embarazo y el parto, sino que dedica su vida entera a criar y cuidar a sus hijos. Es su responsabilizad levantarlos y educarlos para que sean seres humanos rectos y piadosos. Ella cocina, limpia, alimenta y educa, y también es responsable de su salud y bienestar espiritual, emocional y físico. El papel de una madre no termina cuando su hijo crece y comienza su vida propia, sino que ella sigue influyendo en sus hijos y nietos.

En esta época en la que el papel de la maternidad está siendo socavado a cada instante, las mujeres deben inspirarse y obtener fuerzas del ejemplo de grandes mujeres, como María, la madre de Jesús.


Pie de página:

[1] Sahih Al Bujari, Sahih Múslim.

[2] Sahih Al Bujari.

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