LA VIDA DESPUÉS DE LA MUERTE (PARTE 2 DE 2): LOS BENEFICIOS DE LA CREENCIA

  • Por iiie.net (IslamReligion.com)
  • Descripción: Expondremos algunos de los beneficios que hay en la creencia de lo que ocurrirá luego de la muerte, y su relación con esta vida, así como una conclusión de las varias razones para creer en su existencia.

  • El Corán describe los estados que pasamos en esta vida mundana como una preparación para la vida eterna después de la muerte.  Sin embargo aquéllos que niegan que exista la otra vida se vuelven esclavos de sus pasiones y deseos, y se burlan de las personas temerosas y conscientes de Dios.  Tales personas sólo comprenden su necedad en el momento de su muerte y desean en vano que les sea dada una oportunidad nueva en este mundo.  Su estado es miserable en el momento de muerte, el horror del Día del Juicio, y la felicidad eterna garantizada por Dios a los creyentes sinceros es mencionada en los siguientes versículos del Corán.

    “AQUELLOS que no creen en la Otra Vida, siguen engañándose a sí mismos hasta que, cuando le llega a uno de ellos la muerte, implora: ‘¡Oh Sustentador mío!  ¡Déjame volver, déjame volver [a la vida], para que pueda obrar rectamente allí donde [antes] fracasé!’  Son sólo palabras [vanas] que dice: pues detrás de esos [que dejan el mundo] hay una barrera [de muerte] hasta el Día en que sean todos resucitados.  Entonces, cuando se sople la trompeta [de la resurrección], no existirán entre ellos lazos de parentesco en ese Día, ni se preguntarán unos por otros.  Y aquellos cuyo peso [de buenas acciones] sea grande en la balanza, esos habrán alcanzado la felicidad; mientras que aquellos cuyo peso sea leve en la balanza, esos son los que se habrán malogrado a sí mismos, [y los que] residirán en el infierno: el fuego les chamuscará el rostro, y allí permanecerán, contraídos sus labios por el dolor.” (Corán 23:99-104)

    La creencia en la vida después de la muerte no sólo garantiza el éxito en el más allá, sino que también hace en este mundo alcanzar la paz y la felicidad.  Esto ha terminado haciendo a los individuos sumamente responsables y obedientes en sus actividades debido a su temor de Dios: el miedo a Su castigo y la esperanza de Su recompensa.

    Pensemos en las personas de la antigua Arabia.  Luchar por los feudos tribales, pillar y asesinar eran los rasgos principales de su sociedad cuando no tenían ninguna creencia en la  vida después de la muerte.  Pero en cuanto ellos aceptaron la creencia en un único Dios y en la vida después de la muerte, se volvieron una nación disciplinada.  Dejaron sus vicios, se ayudaron mutuamente en horas de necesidad, y resolvieron todas sus disputas en base a la justicia y la igualdad.  De manera semejante, el rechazo de la creencia en la vida después de la muerte no sólo tiene consecuencias en el más allá, sino también en este mundo.  Cuando una nación la niega en conjunto, todos los tipos de mal y corrupción se aceleran desenfrenados en esa sociedad y finalmente ésta alcanza su autodestrucción.  El Corán menciona el fin terrible de las naciones de ‘Aad, Zamud y el Faraón con no poco detalle:

    “¡[LAS TRIBUS de] Zamud y Aad desmintieron [los anuncios de] esa calamidad repentina!  En cuanto a los Zamud –fueron destruidos por un violento temblor [de tierra]; y los Aad –fueron destruidos por un rugiente vendaval, que Él desató contra ellos durante siete noches y ocho días sin parar, hasta que al final podía verse a aquella gente tendida [sin vida], como troncos huecos de palmera [arrancados]: ¿y ves ahora rastro alguno de ellos?  Y también Faraón, y [muchos de] los que vinieron antes de él, y las ciudades que fueron vueltas del revés –[todos ellos] incurrieron en pecado tras pecado y se rebelaron contra los

    enviados de su Sustentador: ¡y entonces Él los agarró con una presa sumamente severa!  [Y] en verdad: cuando las aguas [del diluvio] desbordaron todos los límites, fuimos Nosotros quienes os transportamos [a lugar seguro] en aquel arca flotante, para hacer de todo esto un recordatorio [perdurable] para todos vosotros, y para que todo oído atento lo retuviera conscientemente.

    ¡[Tened presente,] pues, [la Última Hora,] cuando se haga sonar la trompeta [del Juicio] con un solo trompetazo, y la tierra y las montañas sean alzadas y pulverizadas de un solo golpe!  Ese Día habrá ocurrido lo que ha de ocurrir; y el cielo se partirá en pedazos — pues ese Día lo hará quebradizo–; y los ángeles [aparecerán] en sus extremos, y, sobre los, ocho portarán en alto ese Día el trono de la omnipotencia de tu Sustentador…  Ese Día se os hará comparecer: ni [siquiera] el más secreto de vuestros actos quedará oculto.

    Aquel cuyo registro le sea entregado en su mano derecha, exclamará: “¡Venid todos!  ¡Leed mi registro!  ¡En verdad, sabía que tendría que enfrentarme [un día] a mi cuenta!”  Gozará, entonces, de una existencia placentera, en un paraíso elevado, cuyos frutos estarán al alcance de la mano.  [Y se dirá a todos esos bienaventurados:] ‘¡Comed y bebed complacidos por todo lo [bueno] que adelantasteis en días pasados!”  Pero aquel cuyo registro le sea entregado en su mano izquierda, exclamará: “¡Ojalá no me hubiera sido mostrado mi registro, (26) ni hubiera conocido mi cuenta!  ¡Ojalá esta [muerte mía] hubiera sido el fin de mí!  ¡De nada me sirve cuanto he poseído, [y] se ha desvanecido mi poder de argumentar!’” (Corán 69:4-29)

    Hay razones muy convincentes para creer en la vida después de la muerte.

    Primero, todos los profetas de Dios han llamado a sus pueblos a creer en ello.

    Segundo, siempre que una sociedad humana se construyó en base a esta creencia, su forma ha sido la de la sociedad más ideal y pacífica, libre de los males de la inseguridad y la falta de moral.

    En tercer lugar, la historia atestigua que siempre que esta creencia se rechazó colectivamente por un grupo de personas a pesar de la advertencia repetida de su Profeta, el grupo fue castigado en su conjunto por Dios, incluso en este mundo.

    Cuarto, los medios morales, estéticos y racionales del hombre sustentan la posibilidad de la vida después de la muerte.

    Quinto, los atributos de Dios de Justicia y Misericordia no tienen ningún significado trascendente si no hay vida después de la muerte.

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