- Por Jamaal al-Din Zarabozo
Descripción: La oración es un programa único de entrenamiento y desarrollo que, si se realiza bien y con devoción, puede brindarle a un musulmán muchos beneficios valiosos espirituales, físicos y éticos.
La importancia de la oración en el Islam no puede ser subestimada. Es el primer pilar del Islam que el Profeta, Dios lo bendiga, mencionó después de mencionar el Testimonio de Fe, con el que uno se convierte en musulmán. Se hizo obligatoria para todos los profetas y para todos los pueblos. Dios ha declarado su estatus obligatorio bajo circunstancias majestuosas. Por ejemplo, cuando Dios le habló directamente a Moisés, dijo:
“Y Yo te he elegido; escucha, pues, lo que te revelaré. Ciertamente Yo soy Allah, y no hay más divinidad que Yo. Adórame, pues, y haz la oración para tenerme presente en tu corazón.” (Corán 20:13-14)
De manera similar, las oraciones fueron obligatorias para el profeta Muhámmad durante su ascensión al cielo. Por otra parte, cuando Dios alaba a los creyentes, como al comienzo del capítulo titulado ‘al Muminún’ (los Creyentes), una de las primeras descripciones que Él hace es su apego a las oraciones.
Una vez un hombre le preguntó al profeta sobre la obra más virtuosa. El profeta declaró que la obra más virtuosa es la oración. El hombre preguntó una y otra vez y las tres primeras veces el profeta respondió: “La oración”, y a la cuarta afirmó: “La yihad por la causa de Dios.”[1]
La importancia de la oración se demuestra de muchas formas en las declaraciones del Profeta. Por ejemplo, el Profeta dijo:
“La primera cosa sobre la que el siervo tendrá que rendir cuentas el Día del Juicio es la oración. Si es correcta, entonces sus demás obras serán correctas. Y si es incompleta, entonces sus demás obras serán incompletas.”[2]
La importancia de las oraciones reside en el hecho de que sin importar qué haga uno en su vida, el aspecto más importante es la relación de uno con Dios, esto es, la fe de uno (imaan), la consciencia de Dios (takua), la sinceridad (ijlas) y la adoración de Dios (ibádah). Esta relación con Dios es demostrada y puesta en práctica, así como mejorada y aumentada, por la oración. Por lo tanto, si las oraciones son correctas y apropiadas, las demás obras serán correctas y apropiadas, y si las oraciones no son correctas ni apropiadas, las demás obras tampoco serán correctas ni apropiadas, como afirmó el propio Profeta.
En realidad, la oración que se realiza correctamente —con el verdadero recuerdo de Dios y volviéndose a él pidiéndole perdón— tendrá un efecto duradero en la persona. Después que termina la oración, su corazón se llenará con el recuerdo de Dios. Será temeroso y también estará esperanzado en Dios. Después de tal experiencia, no querrá salir de esa posición elevada hacia una en la que desobedece a Dios. Dios ha mencionado este aspecto de la oración cuando ha dicho:
“Ciertamente la oración preserva de cometer actos inmorales y reprobables.” (Corán 29:45)
Nadwi ha descrito este efecto de la siguiente forma elocuente:
Su objetivo es generar dentro del yo subliminal del hombre tal poder espiritual, luz de fe y conocimiento de Dios, que le permita luchar con éxito contra todo tipo de males y tentaciones y mantenerse firme en los momentos de prueba y en la adversidad, y protegerse a sí mismo contra la debilidad de la carne y la malicia de los apetitos inmoderados.[3]
El efecto global que las oraciones correctamente realizadas deben tener sobre los humanos se describe en otros versículos del Corán:
“Ciertamente el hombre fue creado impaciente; se desespera cuando sufre un mal, y se torna mezquino cuando la fortuna le favorece, salvo los orantes, que son perseverantes en la oración…” (Corán 70:19-23)
En cuanto a la Otra Vida, el perdón de Dios y el placer están estrechamente relacionados con las oraciones. El Mensajero de Dios dijo:
“Dios ha establecido cinco oraciones. Quien realiza excelentemente sus abluciones, reza en sus tiempos apropiados, completa sus reverencias, postraciones y Jushu[4].
Las oraciones son un tipo de purificación para un ser humano. Él se vuelve hacia su Señor y se reúne con Él cinco veces al día. Como se mencionó antes, la repetición de este encuentro con Dios debe mantener a la persona alejada de realizar actos pecaminosos durante el día. Además, debe ser también su momento de remordimiento y arrepentimiento, de tal manera que le pide a Dios que perdone aquellos pecados que ha cometido. Además, la oración en sí misma es una buena obra que borra algunas de las obras malas que haya hecho. Este punto puede observarse en el siguiente hadiz del Profeta, que Dios lo bendiga:
“Si una persona tiene un río frente a su puerta y se baña en él cinco veces al día, ¿creen que quedaría alguna suciedad en él?” Dijo la gente: “no le quedaría ninguna suciedad.” El Profeta dijo entonces: “Así mismo son las cinco oraciones diarias, Dios borra los pecados por ellos.” (Sahih Al Bujari, Sahih Muslim)
En otro hadiz, el Profeta dijo:
“Las cinco oraciones diarias y la Oración del Viernes hasta la siguiente Oración del Viernes son una expiación por lo que hay entre ellas.” (Sahih Muslim)
FOOTNOTES:
[1]Esta es una forma de un hadiz registrado por Ahmad e ibn Hibban. Según al-Albani, el hadiz es hasan. Muhammad Nasir al-Din al-Albani, Sahih al-Targhib wa al-Tarhib (Beirut: al-Maktab al-Islami, 1982), vol. 1, p. 150
[2]Registrado por al-Tabarani. Según al-Albani, es Sahih. Al-Albani, Sahih al-Yami, vol.1, p. 503.
[3]Nadwi, p. 24
[4]Jushu en la oración es donde el corazón de la persona está en sintonía con la oración. Este sentimiento del corazón se refleja en el cuerpo. La persona se mantiene quieta y tranquila. Su mirada también desciende. Incluso su voz es afectada por este sentimiento en el corazón. Para más detalles sobre este concepto (así como la diferencia entre él y Judhu), véase Muhammad al-Shaayi, al-Furuq al-Laughawiiah wa Azarahaa fi Tafsir al-Quran al-Karim (Riyadh: Maktabah al-Ubaikaan, 1993), pp. 249-254.