La historia de José (parte 2 de 7): Traición y engaño

Por Aisha Stacey (© 2011 IslamReligion.com)

Descripción: Los hermanos de José lo traicionan, y Jacob se vuelve hacia Dios con paciencia y humildad.

 

“Y todos los asuntos son como Allah lo dispone, pero la mayoría de los hombres lo ignoran.” (Corán 12:21)

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La historia de José confirma incondicionalmente que Dios tiene control total sobre todas las cosas. La traición y el engaño de los hermanos de José sólo tuvieron éxito en preparar a José para la gran posición que ocuparía finalmente. La historia de José describe la omnipotencia de Dios y nos da cuenta exacta de Su poder y supremacía. La historia comienza con engaño, pero termina con comodidad y alegría. Una recompensa justa por la paciencia y la total sumisión a la voluntad de Dios que José mostró a través de su largo viaje, enfrentando las intrigas y la traición de quienes lo rodeaban.

La paciencia que aprendió José de su terrible experiencia lo convirtió en uno de los más justos de entre los hombres. Su linaje era impecable, su bisabuelo, su abuelo y su padre también eran Profetas. En las tradiciones cristiana y judía, estos hombres son conocidos como Abraham, Isaac and Jacob.

Engaño y traición

Cuando los hijos mayores de Jacob pidieron permiso para llevarse con ellos a José a las profundidades del desierto para jugar, Jacob sintió miedo en su corazón. Desde sus primeras palabras, él sospechó la traición y expresó su miedo de que un lobo atacara a José. Jacob dijo:

 “En verdad me apena [que se separe de mí y] que os vayáis con él, y temo que se lo coma un lobo cuando estéis descuidados”. (Corán 12:13)

Satanás trabaja de manera sutil y engañosa, y con sus palabras, Jacob les proporcionó involuntariamente a sus hijos la razón perfecta para la desaparición de José. Los hermanos supieron de inmediato que culparían a un lobo por la desaparición de José, y esto se convirtió en parte de su cobarde plan. Jacob estuvo finalmente de acuerdo y permitió a José ir con sus hermanos en su viaje por el desierto.

Fueron directamente al pozo y sin remordimientos, tomaron a José y lo lanzaron en él. José lanzó un grito de miedo, pero sus crueles corazones no sintieron piedad por su hermano menor. Los hermanos confiaban en que un viajero hallaría a José y lo vendería como esclavo. Mientras José pedía auxilio aterrado, los hermanos tomaron un pequeño carnero o cordero de su rebaño, lo sacrificaron y limpiaron la sangre sobre una de las prendas de José. Consumidos por completo por su envidia, los hermanos hicieron un juramento para mantener en secreto su fechoría y se alejaron satisfechos de sí mismos. José, aterrado, se aferró a una cornisa en el pozo y Dios le hizo saber que un día se enfrentaría a sus hermanos. Él le dijo a José  que llegaría el día en que les hablaría a sus hermanos de ese evento cobarde, pero los hermanos no sabrían que estarían hablando con José.

“Ciertamente les recordarás [un día] esta acción, y no se darán cuenta [que ello te fue revelado]”. (Corán 12:15)

El llanto no es evidencia de la verdad

Los hermanos regresaron a su padre llorando. En ese momento, ya era de noche y Jacob estaba sentado en su casa esperando con ansias el regreso de José. El sonido de diez hombres llorando confirmó su temor más profundo. La oscuridad de la noche sólo era comparable con la oscuridad de sus corazones. Las mentiras salieron con facilidad de sus lenguas y el corazón de Jacob se encogió de miedo.

 “Dijeron: ¡Oh, padre! Nos adelantamos para competir [con nuestros arcos], y dejamos a José con nuestras provisiones, y entonces se lo comió un lobo. No nos creerás a pesar de que somos veraces. Y le mostraron su camisa manchada con sangre falsa”. (Corán 12:17-18)

En una historia de los hombres rectos que vinieron después del Profeta Muhammad, viene un relato de un juez musulmán que estaba decidiendo el caso de una anciana. Los detalles del caso no son importantes; sin embargo, la anciana lloraba y lloraba. Con base en la evidencia, el juez falló en su contra. Un amigo del juez dijo: “Ella lloraba y lloraba, es vieja, ¿por qué no le creíste?” El juez dijo: “¿Acaso no sabes, por el Corán, que el llanto no es evidencia de la verdad, pues los hermanos de José fueron llorando ante su padre?” Ellos estaban llorando, pero habían cometido el crimen.

Tanto Jacob como José fueron de los más nobles entre los hombres. El Profeta Muhammad describió a José como el hombre más digno y generoso. Cuando se le pregunto quién era el hombre más temeroso de Dios, dijo: “La persona más honorable es José, el profeta de Dios, el hijo del profeta de Dios, el hijo del siervo amado de Dios (Abraham)”[1]. Mientras José estaba sentado en el pozo, aterrorizado, seguía seguro de su sumisión a Dios; y Jacob, a muchos kilómetros de allí, sentía su corazón encogido de miedo y dolor, pero sabía que sus hijos mentían. Como corresponde a un profeta de Dios, con lágrimas bañando su rostro, dijo Jacob:

 “Eso es lo que les susurra vuestra alma. Tendré paciencia, y Allah es a Quien debo implorar el socorro sobre lo que narráis”. (Corán 12:18)

Este era un dilema para Jacob, ¿qué iba a hacer? Sabía que sus hijos mentían, pero, ¿cuáles eran sus opciones? ¿Matar a sus hijos? Debido a su completa sumisión a Dios, Jacob sabía que este asunto estaba más allá de sus manos. No tenía más opción que confiar en Dios y volverse a Él con esperanza y paciencia.

En lo profundo del pozo, José oró. Padre e hijo se volvieron hacia Dios en la profunda oscuridad de la noche. Una mezcla de miedo y esperanza llenó sus corazones, y la noche dio paso a un nuevo día. Para Jacob, el día amaneció en el comienzo de muchos años a ser llenados con confianza en Dios y con paciencia. Para José, los rayos del amanecer brillaban en los bordes del pozo. Si hubiera podido otear el horizonte, habría divisado una caravana acercándose. Minutos después, un hombre bajó su cubo al fondo del pozo esperando hallar agua clara y fresca.

 


Footnotes:

[1] Sahih Al Bujari.

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