La afirmación de la Profecía de Muhammad (parte 1 de 3): Pruebas de Su Profecía

“¡Nunca!  Por Dios, Dios nunca te deshonrará. Mantienes buenas relaciones con tus familiares, ayudas a los pobres, sirves a tus invitados generosamente, y asistes a aquellos que han sido víctimas de calamidades.” (Sahih Al-Bujari)

Por IslamReligion.com

Descripción: Evidencias de la afirmación de que Muhammad fue un verdadero Profeta y no un impostor. Parte 1: Algunas pruebas que indujeron a varios compañeros a creer en su profecía.

La entrega Divina es proporcional a la necesidad humana. Dios  facilita la adquisición a medida que la necesidad de los humanos se incrementa. El aire, el agua y la luz del sol son necesarios para la supervivencia del ser humano, y de este modo Dios les ha garantizado a todos su adquisición sin esfuerzo alguno. La mayor necesidad humana es la de conocer al Creador, y por ello, Dios ha facilitado su conocimiento. La evidencia de Dios, sin embargo, difiere en su naturaleza. A su manera, todo en la creación es evidencia de su Creador. Algunas evidencias son tan obvias que cualquier persona puede inmediatamente “ver” al Creador, por ejemplo, el ciclo de la Vida y la muerte. Otros “ven” el trabajo del Creador en la elegancia de los teoremas matemáticos, las constantes universales de la física, y el desarrollo del embrión:

“En la creación de los cielos y la Tierra y en la sucesión de la noche y el día hay signos para los dotados de intelecto.” (Corán 3:190)

Como la existencia de Dios, los seres humanos, necesitan evidencias para establecer la verdad sobre los profetas. Muhammad, como los profetas anteriores a él, dijo ser un profeta de Dios para la humanidad. Naturalmente, la evidencia de su veracidad es diversa y numerosa. Algunas son obvias, mientras que otras son aparentes solo después de una observación profunda.

Dios dice en el Corán:

“¿Acaso no es suficiente tu Señor como Testigo de todo?” (Corán 41:53)

Ser testigo de la Divinidad por si sola es suficiente sin otra evidencia. El testimonio de Dios sobre Muhammad yace en:

(a)            Revelaciones pasadas de Dios a profetas anteriores que predijeron la aparición de Muhammad.

(b)            Actos de Dios: los Milagros y ‘signos’ que Él envió para apoyar la afirmación de Muhammad.

¿Cómo comenzó todo en los primeros días del Islam? ¿Cómo se convencieron los primeros creyentes de que Él era el Profeta de Dios?

La primera persona que creyó en la profecía de Muhammad fue su propia esposa, Jadiyah.  Cuando este regresó a su hogar temblando de miedo, después de haber recibido la primera revelación divina, ella fue su consuelo:

Ella vio en su esposo a un hombre que Dios no humillaría, por sus virtudes y honestidad, justicia, y por ayudar a los pobres.

Su amigo más cercano, Abu Bakr,  quien lo conocía de toda la vida y tenía casi su misma edad, le creyó tan pronto escuchó sus palabras: ‘Soy un Mensajero de Dios’ sin ninguna otra confirmación mas que el libro abierto de la vida de su mejor amigo.

Otra persona que aceptó su aclamación al escucharla, fue ‘Amr’[1]. Él dijo:

“Solía pensar antes del Islam que las personas estaban equivocadas y que no estaban en ningún camino correcto. Adoraban ídolos. Entonces escuché que un hombre predicaba en la Meca; por lo tanto fui a verlo… Y le pregunté: ‘¿Quién eres tú?’ El dijo: ‘Dios me ha enviado’. Yo dije: ‘¿Con qué te ha enviado?’ El dijo: ‘He sido enviado a unir lazos de parentesco, romper los ídolos, y proclamar la unicidad de Dios para que nada sea asociado a Él (en la adoración)’. Yo dije: ‘¿Quién te acompaña en esto?’ Él dijo: ‘Un hombre libre y un esclavo (refiriéndose a  Abu Bakr y Bilal)’. Yo dije: ‘Pienso acompañarte’”. (Sahih Muslim)

Dimad era un médico del desierto que se especializaba en enfermedades mentales. En su visita a la Meca escuchó a los Mecanos decir que Muhammad era un enfermo mental, y consciente de sus habilidades, dijo: ‘Si yo me cruzase con este hombre, Dios lo curaría frente a mi’. Dimad conoció al Profeta y dijo: ‘Muhammad, yo puedo proteger al que sufre de enfermedades mentales o quien está bajo un embrujo, y Dios cura a quien Él desea frente a mi. ¿Deseas ser curado?’ El Profeta de Dios respondió, con las palabras que comenzaba los sermones:

“Por cierto que la alabanza y gratitud pertenece a Dios. Lo adoramos y pedimos Su ayuda. El que es guiado por Dios, nadie podrá desviarlo, y el que se pierde a sí mismo nadie podrá guiarlo. Atestiguo que nadie merece ser adorado salvo Dios, Él es el único, no tiene compañeros, y atestiguo que Muhammad es Su siervo y mensajero”.

Dimad, quedó paralizado por la belleza de sus palabras, le pidió que las repitiera, y dijo: ‘He escuchado palabras de adivinos, hechiceros y poetas, pero nunca he escuchado palabras como estas, penetran las profundidades de los océanos. Dame tu mano para poder comprometer mi alianza hacia ti en el Islam’.[2]

Después de que el ángel Gabriel le llevó su primera revelación al Profeta Muhammad, Jadiyah, su esposa, lo llevó a visitar a un primo suyo que era anciano, Waraqa bin Nawfal, un erudito bíblico, para discutir el acontecimiento.  Waraqa reconoció a Muhammad en las profecías de la Biblia y confirmó:

“Este es el Conservador de los Secretos (el Ángel Gabriel) quién fue enviado ya antes a Moisés”. (Sahih Al-Bujari)

El rostro puede ser una ventana al alma.  Abdullah bin Salam, el gran Rabino de Medina en ese momento, miró el rostro del Profeta cuando éste llegó a Medina, y exclamó:

“¡En el momento en que vi su rostro, supe que no era el rostro de un mentiroso!” (Sahih Al-Bujari)

Muchos de los que rodeaban al Profeta, que no aceptaron el Islam, no dudaron de su veracidad, pero se rehusaron a creer en su profecía por otras razones. Su tío, Abu Talib, lo ayudó a lo largo de su vida, reconoció la veracidad de Muhammad, pero se rehusó a abandonar la religión de sus ancestros por miedo a la vergüenza y a perder el estatus social.

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