El Talmud y sus autores

Por IslamReligion.com

Descripción: ¿Qué es el Talmud judío? ¿Cuántas versiones del Talmud existen? ¿Quién escribió el Talmud? Este artículo responde estas preguntas a la luz de los eruditos judíos y seculares.

¿Qué es el Talmud?

El Talmud es el libro básico del judaísmo. La Enciclopedia Británica declara que el término hebreo “Talmud” se refiere a una compilación de enseñanzas antiguas consideradas sagradas por los judíos desde el momento en que fueron compiladas hasta los tiempos modernos, y todavía son consideradas así por los judíos religiosos[1]. En palabras del Rabino Dr. Jacob Neusner, es el “documento fundacional del judaísmo”[2].

Los Talmud Babilónico y Palestino

Existen dos versiones del Talmud. La Liga Antidifamación declara:

“Hay dos ediciones del Talmud, una fue compuesta por los judíos babilonios y otra por los judíos que vivían en la Jerusalén antigua. Generalmente, una cita del Talmud se refiere a la versión babilonia, que es considerada la autorizada. El Talmud de Jerusalén habitualmente no se enseña, ni siquiera en las escuelas judías más ortodoxas de hoy, aunque los eruditos avanzados del Talmud a veces lo estudian”[3].

El Profesor Shanak lo explica aún más:

“Básicamente, el Talmud consiste de dos partes. La primera, la Mishná: un código legal conciso que consiste en seis volúmenes, cada uno subdividido en varios tratados, escrito en hebreo, redactado en Palestina alrededor del 200 d.C. a partir de material legal mucho más extenso (y principalmente oral) compuesto durante los dos siglos anteriores. La segunda parte, y la más predominante, es la Guemará: un registro voluminoso de las discusiones sobre y alrededor de la Mishná. Hay dos conjuntos de Guemará más o menos paralelos, uno compuesto en Mesopotamia (Babilonia), alrededor del 200 y el 500 d.C., y el otro en Palestina, alrededor del 200 y una fecha desconocida mucho antes del 500 d.C. El Talmud Babilónico (que es la Mishná más el Guemará mesopotámico) es mucho más extenso y mejor organizado que el palestino, y es el único considerado como definitivo y autorizado. El Talmud de Jerusalén (palestino) es un estatuto decididamente inferior como autoridad judicial, junto con un número de compilaciones, conocidas colectivamente como la ‘literatura talmúdica’, que contiene material que los editores de ambos Talmud dejaron fuera”[4].

Otro autor confirma que el Talmud Babilónico es considerado como la versión autorizada, así:

 “La autoridad del Talmud Babilónico es también mayor que la del Talmud de Jerusalén. En caso de duda, el primero es decisivo”[5].

Autores del Talmud

De acuerdo a los eruditos del Talmud, el Talmud es la forma escrita de las enseñanzas de los fariseos. ¿Y quiénes fueron los “fariseos”? La Enciclopedia Universal Judía declara bajo el tema de “fariseos”:

 “La religión judía, como es hoy día, desciende en línea directa, sin interrupciones a través de todos los siglos, de los fariseos. Sus ideas y métodos principales encuentran expresión en una literatura de extensión enorme, de la que una gran cantidad aún existe. El Talmud es la mayor y más importante pieza de esa literatura… y su estudio es esencial para cualquier entendimiento real del fariseísmo”.

En cuanto a los fariseos, la edición de 1905 de la Enciclopedia Judía dice, bajo el tema de “fariseos”:

 “Con la destrucción del Templo (70 d.C.) los Saduceos desaparecieron también, dejando la regulación de todos los asuntos judíos en las manos de los fariseos. De ahí en adelante, la vida judía fue regulada por los fariseos, la historia entera del judaísmo fue reconstruida desde el punto de vista fariseo, y se le dio un nuevo aspecto al Sanedrín del pasado. Una nueva cadena de tradición suplantó la vieja tradición sacerdotal (Abot 1:1). El fariseísmo formó el carácter del judaísmo y la vida y pensamiento de los judíos por todo el futuro”.

El Rabino Michael Rodkinson afirma:

“¿La literatura con la que Jesús se familiarizó en sus primeros años aún existe en el mundo? ¿Es posible para nosotros acceder a ella? ¿Podemos revisar las ideas, las afirmaciones, los modos de razonamiento y de pensamiento sobre temas morales y religiosos que eran corrientes en su tiempo y que debieron haber sido [resueltos] por él durante aquellos silenciosos treinta años, cuando estaba sopesando su misión futura? Para estas cuestiones, la clase erudita de rabinos judíos responde –sosteniendo el Talmud–. Aquí, dicen ellos, está la fuente de la que Jesús de Nazaret obtuvo las enseñanzas que le permitieron revolucionar el mundo. La pregunta se hace ahora muy interesante para todo cristiano: ¿qué es el Talmud?… El Talmud, entonces, es la forma escrita de lo que, en la época de Jesús, fue llamado las “Tradiciones de los Ancianos”, y a las que él hace frecuentes alusiones”[6].

El Rabino Dr. Louis Finkelstein, instructor de Talmud, y más tarde presidente del Seminario Teológico Judío de Norteamérica, escribe:

“El fariseísmo se hizo talmudismo, el talmudismo se hizo rabinismo medieval, y el rabinismo medieval se hizo rabinismo moderno. Pero, a través de esos cambios de nombre, inevitables adaptaciones de costumbres, y ajustes de la Ley, el espíritu de los fariseos ancestrales pervive inalterado. Cuando el judío lee sus oraciones, está recitando fórmulas preparadas por los eruditos pre-macabeos. Cuando se pone el manto prescrito para el Día de la Expiación y la víspera de la Pascua, está utilizando la vestimenta del festival de la antigua Jerusalén. Cuando estudia el Talmud, está, de hecho, repitiendo los argumentos utilizados en las academias de Palestina”[7].

Está reportado que Jesús denunció enérgicamente a esta secta de sacerdotes judíos conocida como los fariseos:

“Ustedes son de su padre, el diablo, cuyos deseos quieren cumplir. Desde el principio éste ha sido un asesino, y no se mantiene en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando miente, expresa su propia naturaleza, porque es un mentiroso. ¡Es el padre de la mentira!” (Juan 8:44)

Además, se registró que Jesús había dicho que ellos anularon todos los Mandamientos de Dios por su tradición, “sus enseñanzas no son más que reglas humanas” (Marcos 7:13; Mateo 15:6-9, etc.). Su invectiva, en verdad, no puede ser igualada. Todo Mateo 23 es como un latigazo. Comparó el fariseísmo con un sepulcro blanco, de hecho hermoso por fuera, pero “lleno por dentro de huesos de hombres muertos y de toda inmundicia”. Cristo llegó al clímax de una condena tras otra con la imprecación “¡Hipócritas!”. Llamó a los fariseos hijos de aquellos que mataron a los Profetas. Predijo que ellos matarían, crucificarían y perseguirían hasta que la culpa por toda la sangre derramada desde Abel para abajo recaería sobre ellos. “¡Serpientes! ¡Camada de víboras! ¿Cómo escaparán ustedes de la condenación del Infierno?”, pregunta Jesús.

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