- Por Aisha Stacey (© 2012 IslamReligion.com)
Descripción: Egipto sufre pero el Faraón se niega a liberar a los hijos de Israel.
El Faraón estaba furioso. Su reino de miedo estaba construido sobre la opresión del pueblo y el mantener sus mentes y corazones cautivos. Toda la gente de Egipto desde los ministros y magos hasta el menor de los esclavos y siervos, temían el poder y la furia del Faraón, pero Moisés le había expuesto un punto débil. Al Faraón le preocupaba que su reinado fuera desenmascarado, sin embargo, estaba rodeado de aduladores y parásitos que lo instaron a una mayor tiranía.
Los oficiales de seguridad y de inteligencia del Faraón comenzaron a difundir rumores. Decían que Moisés y algunos magos se habían complotado en secreto para que Moisés ganara la competencia. Los cuerpos sin vida de los magos muertos fueron colgados en lugares públicos para aterrorizar a la gente. Debido a su asociación con Moisés, los hijos de Israel se convirtieron en chivos expiatorios. Se quejaron ante Moisés de que fueron maltratados cuando él nació y ahora él les causaba opresión de nuevo.
El faraón ordenó más muertes, saqueos y violaciones. Apresó a cualquiera que hablaba en contra de esta opresión, y Moisés estaba impotente. No podía intervenir. Aconsejó tener paciencia y observar en silencio. Los hijos de Israel se quejaron con Moisés y él quedó en una situación muy difícil. Como se había enfrentado a los planes y tramas del Faraón, su pueblo se había vuelto contra él y uno de los suyos estaba trabajando con los agentes del poder egipcio.
Qarún era un hombre de los hijos de Israel bendecido con riqueza y estatus, mientras todo a su alrededor era pobreza e incluso indigencia. Él no reconocía las bendiciones de Dios y trataba a los pobres con desprecio. Cuando Moisés le recordó que su deber, como el de todo aquel que adore a Dios, era pagar el impuesto a los pobres, se negó y comenzó a difundir el rumor de que Moisés había inventado ese impuesto para hacerse rico. La ira de Dios cayó sobre Qarún y la tierra se abrió y se lo tragó como si nunca hubiera existido.
“Por cierto que Qarún era del pueblo de Moisés pero se ensoberbeció. Le habíamos concedido tantos tesoros que hasta las llaves [de dichas riquezas] resultaban pesadas para un grupo de hombres fornidos [cuando las cargaban]. Y recuerda [¡Oh, Muhammad!] cuando su pueblo le dijo: No te jactes [de lo que tienes] porque Dios no ama a los presuntuosos. Y trata de ganarte el Paraíso con lo que Dios te ha concedido, y no te olvides que también puedes disfrutar de lo que Dios ha hecho lícito en esta vida. Sé generoso como Dios lo es contigo, y no corrompas la Tierra; ciertamente Dios no ama a los corruptores. Dijo [Qarún]: Por cierto que lo que se me ha concedido es gracias a mi conocimiento [y Dios sabe que me lo merezco]. ¿Acaso no sabía que Dios anteriormente había destruido a naciones más poderosas y con más riquezas que él? Y los perversos no serán indagados sobre sus pecados.
Y se presentó [Qarún un día] ante su pueblo con todo su lujo, y quienes amaban la vida mundanal exclamaron: ¡Ojalá tuviéramos lo mismo que Qarún! Realmente que es muy afortunado. Y quienes fueron agraciados con el conocimiento dijeron: ¡Ay de vosotros! La recompensa de Dios para quien crea y obre rectamente será mejor, pero sólo la obtendrán quienes hayan sido perseverantes. Entonces hicimos que la tierra se tragase a Qarún y a su casa, y no hubo nadie que pudiese socorrerlo, y tampoco pudo salvarse a sí mismo. Y quienes antes habían deseado estar en su lugar comenzaron a decir: Dios le concede el sustento en abundancia o se lo restringe a quien Él quiere de Sus siervos. De no haber sido que Dios nos agració con Su misericordia nos hubiera tragado la tierra a nosotros también. Por cierto que los incrédulos nunca prosperarán. (Corán 28: 76-82)
Faraón convocó a Moisés al palacio. Ibn Kazir narró que el Faraón quería matar a Moisés y era apoyado en ello por todos sus ministros y oficiales de gobierno, excepto uno. Este hombre, que se cree era pariente del Faraón, era un creyente en la Unicidad de Dios, aunque hasta ese momento había mantenido su fe en secreto.
Dijo un hombre creyente de la familia del Faraón que ocultaba su fe: ¿Mataréis a un hombre porque dice: Mi Señor es Dios, siendo que os ha presentado las pruebas [evidentes] de vuestro Señor? Si se trata de un mentiroso, sobre él recaerá su mentira; y si dice la verdad os azotará una parte del castigo conque os amenaza [en esta vida y seréis destruidos]. Por cierto que Dios no guía a quien se extralimita, y es mentiroso. (Corán 40:28)
El creyente habló con elocuencia, advirtió a su pueblo que iban a sufrir un día de desastre como esos días que habían afligido a la gente en el pasado. Les recordó que Dios había enviado señales claras con Moisés, pero sus palabras cayeron en oídos sordos. El Faraón y muchos de sus ministros amenazaron con matar al creyente, pero Dios lo mantuvo a salvo bajo Su protección.
Dios le preservó de las maldades que tramaron contra él, y la familia del Faraón fue azotada por un terrible castigo [y perecieron ahogados]. (Corán 40: 45)
Dios le ordenó a Moisés que advirtiera al Faraón que él y los egipcios sufrirían un castigo severo si los hijos de Israel no eran liberados. Si la tortura, la opresión y el acoso no se detenían, las señales de la ira Dios descenderían sobre ellos. La respuesta del Faraón fue llamar al pueblo de Egipto, incluyendo a los hijos de Israel, a una gran reunión. Les informó que él era su Señor, les señaló que Moisés no era más que un humilde esclavo sin poder, fuerza ni posibilidades. La fuerza de Moisés, sin embargo, venía directamente de Dios. A pesar de ello, la gente le creó al Faraón y le obedeció, así que las señales del poder de Dios comenzaron a descender.
Dios afligió a Egipto con una sequía severa. Incluso el exuberante, verde y fértil valle del Nilo, comenzó a decaer y morir. Las cosechas se perdieron y la gente comenzó a sufrir, pero el Faraón se mantuvo arrogante, por lo que Dios envió una gran inundación que devastó la tierra. La gente, incluyendo a los principales ministros, apelaron a Moisés.
Y cuando se les castigó con esto, dijeron: ¡Oh, Moisés! Ruega por nosotros a tu Señor, puesto que ha realizado un pacto contigo [concediéndote la profecía], si logras apartar este castigo creeremos en ti y dejaremos que los Hijos de Israel se marchen contigo. (Corán 7:134)
La tierra regresó a la normalidad y los cultivos comenzaron a crecer de nuevo, pero los hijos de Israel seguían esclavizados. Dios envió una plaga de langostas que devoró todo a su paso. La gente acudió a Moisés rogándole su ayuda. Las langostas se fueron, pero los hijos de Israel seguían esclavizados. Luego llegó una plaga de piojos, propagando enfermedades entre la gente, seguida de una plaga de ranas que acosaba y aterrorizaba a la gente en sus casas y en sus camas. Cada vez que descendía un castigo de Dios, la gente le rogaba a Moisés que implorara a su Señor por alivio, y cada vez se comprometían a liberar a los esclavizados hijos de Israel, y cada vez, incumplían esa promesa.
Entonces, la última señal de la ira de Dios fue revelada, el agua del río Nilo se convirtió en sangre. Para los hijos de Israel el agua se mantuvo clara y pura, pero para todos los demás aparecía como sangre roja y espesa. Incluso después de esta devastadora serie de señales del desagrado de Dios, los hijos de Israel seguían esclavizados.
Y azotamos al pueblo del Faraón con años de sequía y mengua de frutos, para que reflexionaran. Y cuando les llegó nuevamente una época de prosperidad dijeron: Esto es lo que merecemos. Cuando les acontecía un mal le echaban la culpa a Moisés y a sus seguidores; pero ciertamente cuanto les ocurría era porque Allah así lo decretaba, pero la mayoría lo ignoraba. Y dijeron: Cualquiera que sea el signo que nos presentes para hechizarnos con él, no te creeremos. Enviamos entonces contra ellos la inundación, las langostas, los piojos, las ranas, y la sangre, como signos evidentes; pero se ensoberbecieron y fueron un pueblo de pecadores. Y cuando se les castigó con esto, dijeron: ¡Oh, Moisés! Ruega por nosotros a tu Señor, puesto que ha realizado un pacto contigo [concediéndote la profecía], si logras apartar este castigo creeremos en ti y dejaremos que los Hijos de Israel se marchen contigo. Pero cada vez que apartamos de ellos el castigo hasta un plazo que habíamos decretado [para castigarles nuevamente] no cumplieron lo pactado. Entonces nos vengamos de ellos y los ahogamos en el mar, porque ellos habían desmentido Nuestros signos y por haberse mostrado indiferentes. (Corán 7: 130-136)