Omar, el Criterio (parte 1 de 3): “Fortalecer el Islam con Omar”

Por Aisha Stacey (© 2015 IslamReligion.com)

Descripción: Cómo el segundo sucesor del Profeta Muhammad abrazó el Islam.

Cuando los enemigos del Islam oían el nombre de Omar, sus rodillas temblaban. Cuando Satanás escuchaba a Omar caminando calle abajo, tomaba otro camino. Incluso los amigos de Omar hallaban a veces su presencia intimidante, y temían también su ira. Sin embargo, este hombre de fuerza y poder, que gritaba con facilidad, tenía un corazón suave y compasivo. Omar era humilde sin ser débil, combinaba dos rasgos de carácter opuestos que lo hacían único entre los hombres que rodeaban al Profeta Muhammad. El camino de Omar hacia la verdad comenzó con un odio vehemente hacia Muhammad y la religión del Islam, pero ese odio pronto se transformó en amor intenso. Omar ibn Al Jattab fortaleció al Islam.

Omar pertenecía a una familia de clase media, ni rica ni pobre, del clan Adi, parte de la tribu de Quraish. Él fue educado con severidad, su padre era conocido por ser un hombre áspero, que hacía trabajar a su hijo hasta el agotamiento y lo golpeaba cuando consideraba que era necesario. A pesar de ello, se cree que Omar era letrado, lo que era una habilidad poco común en la Arabia preislámica. Nacido aproximadamente 11 años después que el Profeta Muhammad, Omar era un muchacho relativamente pálido que se convirtió en un hombre alto, musculoso y de buena constitución, conocido por sus modales fieros y sus habilidades para la lucha.

Omar inició su vida laboral como pastor para su padre y sus tías que le pagaban un salario muy bajo: a menudo era de solo un puñado de dátiles por un día completo de trabajo. Él obtenía ingresos adicionales participando en competencias de lucha, pero cuando se hizo adulto se convirtió en un comerciante exitoso y respetado hombre de negocios. Omar era conocido como un hombre fuerte, su postura y porte denotaban fortaleza, y su voz era potente e imponente. Cuando las enseñanzas de Muhammad se volvieron un problema para los hombres de La Meca, Omar hizo público su odio por el Islam y tomó parte en el abuso y la tortura de muchos de los conversos al Islam más débiles.

Los dos Omar

Aunque no es conocido por su nombre de pila, Omar, había otro hombre fuerte que decididamente se oponía al Islam. Este hombre originalmente era conocido como Abu Hakim (el padre de la sabiduría), pero la historia lo recuerda como Abu Yahl (el padre de la ignorancia), el enemigo declarado del Islam. El Profeta Muhammad (que la paz y las bendiciones de Dios sean con él) le dio el nombre de Abu Yahl para resaltar su total ignorancia al no reconocer la verdad del Islam. Está registrado que el Profeta Muhammad en una ocasión elevó sus manos en súplica y le rogó a Dios que fortaleciera al Islam con aquel de los dos Omar que Él amara más. Tanto para los enemigos del Islam como para los compañeros del Profeta Muhammad, que Omar ibn Al Jattab abrazara el Islam era algo impensable.

El odio de Omar hacia el Islam era tan fuerte, que él se ofreció como voluntario para asesinar al Profeta Muhammad. Sin vacilar un instante, bajó a grandes zancadas por las calles de La Meca dispuesto a cegar con su espada la vida del Mensajero de Dios. Uno de los hombres de La Meca, que era musulmán en secreto, supo de inmediato que su amado Profeta estaba en peligro. Sin temer por su propia vida, le cortó el paso a Omar y le preguntó hacia dónde se dirigía con tanta prisa. Omar le respondió que iba buscando “al hombre que ha dividido a nuestro pueblo, blasfemado contra nuestros dioses y se ha burlado de todos nosotros”, y dijo: “Voy a matarlo”.

El joven musulmán, de nombre Nu’aim, se aterró y trató de enredar a Omar en una discusión para distraerlo, pero Omar estaba decidido a continuar su misión y siguió dando zancadas a lo largo de la calle. Nu’aim dijo entonces, de mala gana, las palabras que llevaron a Omar hacia el Islam. Dijo: “¿Por qué no te preocupas primero del incendio en tu propia casa?” Omar paró en seco y le preguntó qué quería decir con esas palabras. La amada hermana de Omar y su esposo habían abrazado el Islam en secreto, y Nu’aim reveló su secreto a fin de salvar la vida del Profeta Muhammad.

Omar se volvió de inmediato y caminó determinado hacia la casa de su hermana. Mientras se aproximaba, pudo escuchar el Corán siendo recitado. Omar llamó a la puerta. Dentro de la casa, sus habitantes se apresuraron a esconder sus copias de algunos versos del Corán, pero Omar entró y exigió saber qué era ese sonido “tarareado” que había escuchado. La hermana de Omar le contestó que no era nada, solo el sonido de ellos charlando, pero Omar conocía el sonido del Corán, y preguntó amenazante: “¿Acaso te has hecho musulmán?” El cuñado de Omar respondió afirmativamente, con lo que Omar se abalanzó sobre él, y cayeron luchando al piso. La hermana de Omar trató de defender a su esposo y, en la riña, Omar la golpeó en la cara haciendo brotar la sangre.

El Corán entra en su corazón

La hermana de Omar al parecer tenía la fuerza por la que era tan famoso su hermano. Se levantó y, encarando a su hermano iracundo, le dijo: “¡Eres enemigo de Dios! ¡Eres capaz de golpearme solo porque creo en Dios! Te guste o no, yo atestiguo que no existe divinidad alguna sino solo Al‑lah y que Muhammad es Su siervo y Mensajero. ¡Haz lo que te venga en gana!”.

Omar vio la sangre correr por el rostro de su hermana, mientras las palabras de ella hacían eco en sus oídos, y se levantó. Exigió que le fueran recitadas las palabras del Corán que había escuchado mientras se acercaba a la casa.

“No te he revelado el Corán para que te agobie, sino que es una exhortación para quienes tienen temor [de Dios]. [El Corán] fue revelado por Quien creó la Tierra y los altos cielos; el Compasivo, que se estableció sobre el Trono. A Él pertenece cuanto hay en los cielos y en la Tierra, lo que existe entre ellos y lo que hay bajo la tierra. Dios conoce lo que pronuncias en voz alta, las confidencias que dices en voz baja y lo que está aún más oculto [los pensamientos]. ¡Dios! No hay más divinidad que Él. A Él pertenecen los nombres [y los atributos] más sublimes”. (Corán 20:2-8)

Los ojos de Omar se llenaron de lágrimas. “¿Es esto lo que hemos estado combatiendo?”, preguntó. “Aquel que ha dicho estas palabras tiene que ser adorado”. Omar dejó la casa de su hermana y corrió a encontrarse con Muhammad. Quienes estaban con el Profeta Muhammad tenían miedo, pero recibieron a Omar y lo retuvieron hasta que estuvo en presencia de Muhammad. El Profeta lo tomó y le dijo: “¿A qué vienes, hijo de Jattab?”.

Omar encaró con humildad y alegría al Profeta, y le dijo: “¡Oh, Mensajero de Dios! No he venido con más razón que decir que creo en Dios y en Su Mensajero”. El Profeta Muhammad quedó embargado de alegría y gritó: “¡Dios es grande!”. Pocos días después, Omar lideró una procesión de musulmanes hacia la casa de Dios donde rezaron en público. Fue en esta ocasión que el Profeta Muhammad le dio el sobrenombre de Al Faruq (el criterio)[1], es decir, aquel que es capaz de distinguir la verdad de la falsedad. El Islam fue fortalecido con Omar, su odio feroz se derritió convirtiéndose en un amor que no conocía límites. Su vida y su muerte ahora eran por la causa de Dios y de Su Mensajero.


Pie de página:

[1] Tomado de las obras históricas de At-Tabari, y de The Life and times of Omar Ibn Al Khattab, del Sheij Ali Muhammad Sallabi.

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