Por Aisha Stacey (© 2010 IslamReligion.com)
Descripción: Los humanos necesitan de Dios.
En el artículo anterior discutimos un hermoso hadiz Qudsi, y aprendimos que este tipo de hadiz pertenece a una categoría especial. Estos dichos son mensajes de Dios para la humanidad en las palabras del Profeta Muhammad, la paz sea con él, y tratan principalmente de asuntos éticos y espirituales. “Todos ustedes están desviados con excepción de aquellos a quienes he guiado… Todos ustedes están hambrientos con excepción de aquellos a quienes he alimentado…”. Sin Dios no somos nada; sin Dios en nuestras vidas y nuestros corazones, estamos perdidos, solos y vulnerables. Los humanos necesitamos a Dios.
Dios, por otra parte, no necesita de nosotros. Él es el Todopoderoso, el Altísimo. El bien que hacemos no beneficia ni afecta a Dios en modo alguno, como tampoco el mal que hacemos. Dios no necesita nada de nosotros. Él es el Señor Autosuficiente de Quien todas las criaturas necesitan (As-Samad).
“Él es Al‑lah (Dios), Uno. Al‑lah us-Samad (el Señor Autosuficiente, de Quien todas las criaturas necesitan, Él no come ni bebe). No engendró ni fue engendrado. Y no hay nada ni nadie que sea semejante a Él”. (Corán 112)
El hadiz en el que nos estamos centrando (que fue mencionado en la primera parte de esta serie) explica que el Islam es una religión preocupada por la justicia, y una religión que condena la opresión de cualquier tipo. Dios nos recuerda luego que todo lo que tenemos proviene de Él. Cuando estamos hambrientos, Él nos alimenta; cuando estamos desnudos, Él nos viste; y cuando pecamos, Él, el Más Sabio, el Más Justo, nos perdona.
Dios nos cubre con Su misericordia, pero al mismo tiempo nos recuerda que nuestra fortaleza proviene solo de Él. Cualquier bien que hagamos es para nuestro propio beneficio, y cualquier pecado que cometamos es para nuestro propio detrimento. Nuestro comportamiento no Lo beneficia a Él en modo alguno. Dios es completamente independiente de Su creación. Si todos los humanos le pidiéramos algo a Dios y Él cumpliera todas y cada una de estas peticiones, esto no disminuiría en nada Su reino, Su poder o Su fuerza.
Todos los días en nuestras oraciones le pedimos a Dios que nos guíe por el camino recto, el camino que lleva directamente a Su misericordia y perdón. Por lo menos diecisiete veces al día, los musulmanes repiten las palabras del primer capítulo del Corán. Pedimos la guía de Dios, reconocemos que Lo adoramos solo a Él y buscamos ayuda solo en Él.
“En el nombre de Dios, el Compasivo con toda la creación, el Misericordioso con los creyentes. Todas las alabanzas son para Dios, Señor de todo cuanto existe, el Compasivo, el Misericordioso. Soberano absoluto del Día del Juicio Final, solo a Ti te adoramos y solo de Ti imploramos ayuda. ¡Guíanos por el camino recto! El camino de los que has colmado con Tus favores, no el de los que cayeron en Tu ira ni el de los que se extraviaron”. (Corán 1:1-7)
En este hadiz Qudsi, Dios nos recuerda en la forma más hermosa y sublime que todo poder y toda fuerza provienen solo de Él.
Somos capaces de movernos y funcionar, comer, beber y respirar; todas nuestras funciones y sistemas corporales trabajan con precisión de reloj. Nuestros corazones laten y nuestra sangre circula. Todas estas funciones dependen por completo de la voluntad de Dios. Si algo deja de trabajar, nadie puede volverlo a la normalidad excepto por la voluntad de Dios.
Dios es Aquel que proporciona todo sustento. Imagina todo el trabajo que requiere tener un pedazo de pan tostado para el desayuno. El pan, la tostadora, la mantequilla, la electricidad, etc., nada de ello aparece mágicamente. La mantequilla fue batida, la tostadora fabricada, el trigo cosechado y convertido en harina, y el pan fue cocido, envuelto y entregado. Al untar la mantequilla en la tostada, tenemos que recordar que ninguna de esas simples pero necesarias tareas pudo ocurrir sin el permiso o el poder de Dios.
Dios es el Creador de todo y Él no tiene necesidades. Él no necesita nuestra obediencia, y nuestra desobediencia no Lo perjudica. Él no necesita recompensarnos si Le obedecemos, pero ha elegido hacerlo debido a Su generosidad. El Corán nos dice que fuimos creados para adorar a Dios, pero esto no significa que Él necesite nuestra adoración. No, por el contrario, somos nosotros los que necesitamos adorar a Dios. Es en el recuerdo de Dios que nuestro corazón se sosiega.
“No he creado a los yinnes y a los seres humanos sino para que Me adoren”. (Corán 51:56)
“Los corazones de los creyentes se sosiegan con el recuerdo de Dios”. (Corán 13:28)
“Todos ustedes están desviados con excepción de aquellos a quienes he guiado…”, este es un dicho hermoso y completo de las tradiciones del Profeta Muhammad. Hace énfasis en el amor de Dios por la humanidad, pero también nos recuerda que debemos estar agradecidos por ese amor. Podemos buscar consuelo y paz en cualquier lugar de este mundo, pero nunca los hallaremos hasta que los busquemos en nuestra relación con Dios.