Por Por: Misha’al ibn Abdullah (tomado del libro: ¿Qué dijo realmente Jesús?)
Descripción: El papel de la Iglesia en ocultar y manipular la verdad.
Así que, ¿qué hicieron ellos? Preguntémosle al reverendo Dr. George L. Robertson. En su libro ¿De dónde obtuvimos nuestra Biblia? él escribe:
“De los manuscritos de la Sagrada Escritura en griego que aún existen, se dice que hay muchos miles de variaciones relevantes… Tres o cuatro en particular de estos viejos, desvanecidos y poco atractivos documentos constituyen los más antiguos y preciosos tesoros de la Iglesia Cristiana, y por tanto son de especial interés”. El primero en la lista del Rev. Richardson es el Códice Vaticano del cual él dice: “Este es quizás el más antiguo de todos los manuscritos griegos conocidos existentes. Fue designado como Códice ‘B’ en 1448, el Papa Nicolás V lo llevó a Roma, donde ha permanecido prácticamente desde entonces, siendo custodiado por oficiales papales en la Biblioteca del Vaticano. Su historia es breve: Erasmo en 1533 sabía de su existencia, pero ni a él ni a ninguno de sus sucesores se les permitió estudiarlo… llegando a ser virtualmente inaccesible para los eruditos hasta que en 1843 Tischendorf, después de meses de espera, finalmente fue autorizado a verlo por seis horas. Otro especialista, llamado de Muralt en 1844, dio asimismo un vistazo enojoso y rápido al códice por nueve horas. La historia de cómo las autoridades autorizaron (de forma inconsciente) al Dr. Tregelles en 1845, quien memorizó el texto página por página, es fascinante. El Dr. Tregelles lo hizo. Se le permitió estudiar el manuscrito por largo tiempo. En realidad, cada día que él entraba al cuarto donde se hallaba guardado el valioso documento, sus bolsillos eran registrados y toda pluma, papel y tinta le eran confiscados, si llevaba tales accesorios con él. El permiso de entrar, sin embargo, se repitió hasta que finalmente él había llevado consigo y anotado en su cuarto la mayor parte de las principales lecturas variantes de este texto antiguo. A menudo, sin embargo, si las autoridades papales observaban que él estaba demasiado dedicado a cualquier sección, le arrebataban el manuscrito y dirigían su atención hacia otra hoja. Eventualmente, descubrieron que Tregelles prácticamente había robado el texto, y que el mundo bíblico conocía los secretos de su manuscrito histórico. En consecuencia, el Papa Pío IX ordenó que debía ser fotografiado y publicado, y así se hizo, publicándose en cinco volúmenes en 1857. Pero el trabajo se hizo de forma muy poco satisfactoria. Para ese momento, Tischendorf hizo un tercer intento de acceder al manuscrito y examinarlo. Tuvo éxito, y más tarde publicó el texto de las primeras veinte páginas. Finalmente, entre 1889-90, con permiso papal, el texto entero fue fotografiado y facilitado en copia y publicado, de tal forma que estaba disponible un facsímil de las costosas cuartillas, que ahora se encuentran en todas las bibliotecas principales del mundo bíblico”[1].
¿A qué le temían todos los Papas? ¿De qué tenía miedo el Vaticano en conjunto? ¿Por qué el concepto de divulgar el texto de su copia más antigua de la Biblia al público en general les aterraba tanto? ¿Por qué consideraban necesario enterrar las copias más antiguas de la palabra “inspirada” de Dios en una esquina oscura del Vaticano para que nunca la vieran ojos foráneos? ¿Por qué? ¿Y qué hay acerca de los miles de miles de otros manuscritos que aún hoy permanecen ocultos en las bóvedas más profundas y oscuras del Vaticano para que no sean vistos o estudiados por las masas generales de la cristiandad?
“Cuando Dios concertó un pacto con la Gente del Libro diciendo: Deberéis explicárselo claramente a los hombres y no ocultarlo. Pero ellos le dieron la espalda y lo vendieron por un vil precio. ¡Qué mal hicieron!” (Corán 3:187)
“Di: ¡Oh, Gente del Libro! No os excedáis en vuestra fe tergiversando la Verdad, y no sigáis las pasiones de quienes se extraviaron anteriormente e hicieron que muchos [también] se extraviaran, y se desviaron del camino recto.” (Corán 5:77)
Volviendo a nuestro estudio de algunas de las “discrepancias” encontradas entre las biblias modernas y las copias más antiguas de la Biblia disponibles para unos pocos elegidos, encontramos que el versículo de Lucas 24:51 contiene el supuesto relato de Lucas de la partida final de Jesús, la paz de Dios sea con él, y cómo él fue “levantado hacia el cielo”. Sin embargo, como ya hemos visto, en el códice Sinaítico y otros manuscritos antiguos, las palabras “y fue llevado arriba al cielo” faltan por completo. El versículo sólo dice:
“Aconteció que, mientras los bendecía, se separó de ellos”.
C.S.C. Williams observó que si esta omisión era correcta, “no hay referencia alguna de la Asunción en el texto original del Evangelio”.
Algunas otras modificaciones “inspiradas” de la Iglesia al Códice Sinaítico que están en nuestras biblias modernas:
·Mateo 17:21 no aparece en el Códice Sinaítico.
·En nuestras biblias modernas, Marcos 1:1 dice: “Principio del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios”. Sin embargo, en los manuscritos Cristianos más antiguos, este versículo sólo dice “Principio del evangelio de Jesucristo”. Curiosamente, las palabras que más lo separan del Corán musulmán, “el Hijo de Dios”, no aparecen en absoluto. ¿No es interesante?
·Las palabras de Jesús en Lucas 9:55-56 no se encuentran.
·El texto original de Mateo 8:2 como se encuentra en el Códice Sinaítico nos dice que un leproso pidió a Jesús que lo curara y Jesús “enojado extendió su mano y lo tocó, diciendo: —Quiero, sé limpio”. En nuestras biblias modernas, la palabra “enojado” curiosamente está ausente.
·Lucas 22:44 en el Códice Sinaítico y nuestras biblias modernas proclama que un ángel se apareció ante Jesús, fortaleciéndolo. En el Códice Vaticano, este ángel está extrañamente ausente. Si Jesús fue el “Hijo de Dios”, entonces es obvio que sería muy inapropiado para él necesitar de un ángel que lo fortaleciera. Este versículo debe ser entonces un error de transcripción, ¿verdad?
·Las presuntas palabras de Jesús en la cruz “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34) aparecían originalmente en el Códice Sinaítico paro fueron borradas posteriormente del texto por otro editor. Teniendo en cuenta cómo la Iglesia trataba a los judíos en el Medioevo, ¿podemos pensar en otra cosa distinta al hecho de que este versículo se interponía en las políticas de la Iglesia y sus “inquisiciones”?
·Juan 5:4 no aparece en el Códice Sinaítico.
·En Marcos 9:44, las palabras “donde el gusano de ellos no muere y el fuego nunca se apaga” tampoco se encuentran.
·En Mateo 5:22, las palabras “sin causa” que aparecen en la versión King James (y la Reina-Valera Antigua) no se encuentran en los códices Vaticano ni Sinaítico.
·Mateo 21:7 en nuestras biblias modernas dice: “Trajeron [los discípulos] el asno y el pollino; pusieron sobre ellos sus mantos, y lo montaron [a Jesús] en él”. En los manuscritos originales, este versículo dice: “y lo montaron [a Jesús] en ellos”. Sin embargo, la imagen de Jesús siendo puesto sobre dos animales al mismo tiempo y tratando de cabalgarlos a la vez, fue inaceptable para algunos, de modo que este versículo fue cambiado por “y lo pusieron [a Jesús] sobre él” (¿cuál “él”?). Tiempo después, la traducción al español eludió completamente este problema traduciendo “y Jesús montó”.
·En Marcos 6:11, nuestras biblias modernas contienen las palabras “De cierto os digo que en el día del juicio será más tolerable el castigo para los de Sodoma y Gomorra que para aquella ciudad”. Sin embargo, estas palabras no se encuentran en ninguno de los dos manuscritos bíblicos cristianos más antiguos, habiendo sido introducidos en el texto siglos después.
·Las palabras de Mateo 6:13 “tuyo es el Reino, el poder y la gloria, por todos los siglos” no se encuentra en los dos manuscritos más antiguos ni en muchos otros. El pasaje paralelo en Lucas también falta.
·Mateo 27:35 en nuestras biblias modernas contiene las palabras “para que se cumpliera lo dicho por el profeta: «Repartieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes»”. Este pasaje, una vez más, de acuerdo al Rev. Merrill, no se encuentra en ningún manuscrito bíblico datado antes del siglo IX.
·1 Timoteo 3:16 originalmente dice “Indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: que se manifestó en carne”. Esto fue luego (como vimos anteriormente) muy sutilmente cambiado a “Indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne…” Así, nació la doctrina de la “encarnación”.