Por I. Damiel
Descripción: Comparación de las versiones de los evangélicos en busca del Jesús real.
Muchos eruditos y estudiantes de la Biblia han observado similitudes entre los evangelios, en los episodios que narran y en los dichos que reportan de Jesús. Estos eruditos y estudiantes también han observado cómo estos mismos pasajes son muy distintos unos de otros en varios detalles.
Durante los últimos 300 años, el mundo de los eruditos bíblicos se ha esforzado de manera colectiva en resolver el enigma de por qué los evangelios son tan similares y al mismo tiempo tan distintos. El resultado de esta investigación académica derivó en el descubrimiento de que Mateo y Lucas dependieron de Marcos y de otra fuente adicional, llamad “Q”, como base para sus propios evangelios.
La hipótesis de las dos fuentes es generalmente aceptada como la solución fundamental al problema sinóptico. Se mantiene como la posición mayoritaria dentro de los eruditos contemporáneos del Nuevo Testamento.
El difunto erudito evangélico protestante F. F. Bruce escribió:
“La conclusión general, y creo que la correctamente extraída del estudio comparativo de los evangelios, es que el Evangelio de Marcos o alguno muy similar, sirvió de fuente a los evangelios de Mateo y Lucas…”[1].
El evangelio de Marcos ha sido fechado entre 65 y 70 d.C. Hay consenso general respecto a esta datación, aceptada tanto por conservadores como por escépticos, y se la encuentra en muchas introducciones al Nuevo Testamento.
F. F. Bruce corroboró esta datación escribiendo:
“Marcos probablemente escribió su evangelio, en primera instancia, para los Cristianos de Roma, a raíz de la persecución que les sorprendió sin previo aviso bajo Nerón, como secuela del gran incendio de julio de 64 d.C.”[2].
Al estudiar estos evangelios, se hace bastante evidente que Marcos es más primitivo en estilo, teología y dicción. Más importante, en el evangelio de Marcos el Jesús humano se destaca de manera más visible que en los evangelios posteriores. Los eruditos sostienen que la representación de Jesús en Marcos presenta un Jesús más histórico y real.
En el evangelio de Marcos hay una gran cantidad de pasajes que describen a Jesús como un mero ser humano. Tales pasajes más tarde se convertirían en un obstáculo en el camino de los creyentes débiles, tradiciones que “iban contra la tendencia” y que, por tanto, fueron omitidas en los evangelios posteriores.
Cuando uno escudriña las mismas narraciones de Jesús reportadas en Marcos y Mateo, rápidamente se da cuenta de que este último alteró el evangelio de Marcos para aumentar el sentimiento de reverencia hacia la persona de Cristo. Pasajes que demuestran la incapacidad, debilidad y humanidad de Jesús fueron omitidos por Mateo y reemplazados con una mejor Cristología.
Por supuesto, no todos los cambios fueron de carácter cristológico. Errores de hecho, gramaticales y otros, también fueron omitidos por Mateo y Lucas. La redacción de Marcos hecha por Mateo parece al principio involucrar detalles incidentales, pero un estudio más profundo revela que es parte de una reconstrucción coherente y completa de Marcos.
Con el paso del tiempo hubo un cambio claro en la Cristología desde los primeros evangelios hasta los últimos. El desarrollo fue de menor a mayor. Hubo un aumento de sentimientos de reverencia y un incremento en la posición y el estatus de Jesús.
Bruce Metzger, el más importante crítico textual del Nuevo Testamento, escribe:
“Mateo y Marcos suprimen o debilitan las referencias en Marcos respecto a las emociones humanas de Jesús, como el dolor, la ira y el asombro, así como el amor no correspondido de Jesús. También omiten la declaración de Marcos de que los amigos de Jesús pensaban que él estaba fuera de sí”.
Más adelante, explica que:
“Los evangelios tardíos omiten lo que podría implicar que Jesús era incapaz de lograr lo que quería… y también omiten preguntas formuladas por Jesús que podrían interpretarse como reflejo de su ignorancia”[3].
Metzger continúa enumerando casos en los que Mateo y Lucas suavizan las declaraciones de Marcos que podrían minimizar la majestad de Jesús y las reemplazan con ilustraciones de un Jesús más atractivo y autorizado.
En la historia de la higuera que se encuentra en Marcos, los discípulos no se dieron cuenta del debilitamiento del árbol hasta la mañana siguiente. Para Mateo, esto parecía menos dramático y significativo, y por ello en su narrativa el árbol se secó al instante, dejando a los discípulos en estado de conmoción y asombro.
Mateo y Lucas fueron inflexibles en el cambio de las palabras de Jesús. Ellos querían hacer decir a Jesús lo que la gente quería creer, “reflejando un estado de la comprensión teológica posterior al de Marco”. (Metzger, pág. 83).
Parece bastante claro que durante las dos etapas antes y después del evangelio en las tradiciones de transmisión del mismo, el material disponible fue moldeado, filtrado y cambiado en correlación directa con las convicciones cristológicas de aquellos que manejaban las tradiciones.
Es importante destacar que este no es un caso en el que los evangelistas simplemente difieran en el énfasis. Más bien se trata de que hay numerosas ocasiones en las que los escritores de los evangelios tardíos modificaron y alteraron las versiones anteriores.
Por lo tanto, si queremos acercarnos al Jesús histórico en los evangelios, un buen punto de partida es comparar los relatos en los diferentes evangelios para determinar dónde ha sido alterada la historia.