La Biblia niega la divinidad de Jesús (parte 2 de 7): Hechos de los Apóstoles

Por Shabir Ally

Descripción: Las pruebas en Hechos de los Apóstoles de que Jesús no era Dios.

Jesús realizó muchos actos milagrosos, y sin lugar a dudas dijo muchas cosas maravillosas acerca de sí mismo. Algunas personas utilizan lo que dijo e hizo como una prueba de que él era Dios. Pero sus discípulos originales, quienes vivieron y caminaron con él y fueron testigos oculares de lo que hizo y dijo, nunca llegaron a esta conclusión.

Los Hechos de los Apóstoles en la Biblia detallan la actividad de los discípulos a lo largo de un periodo de 30 años después de que Jesús fue ascendido al cielo. Durante ese periodo nunca se refirieron a Jesús como Dios. Ellos continuaron y consistentemente utilizaron el título de “Dios” para referirse a alguien diferente a Jesús.

Pedro se puso de pie con los once discípulos y se dirigió al público diciendo:

“Pueblo de Israel, escuchen esto: Jesús de Nazaret fue un hombre acreditado por Dios ante ustedes con milagros, señales y prodigios, los cuales realizó Dios entre ustedes por medio de él, como bien lo saben”. (Hechos 2:22)

Fue Dios, por lo tanto, quien realizó estos milagros a través de Jesús para convencer a las personas de que Jesús había sido enviado por Él. Pedro no veía los milagros como una prueba de que Jesús era Dios.

De hecho, la manera en que Pedro se refiere a Dios y a Jesús deja claro que Jesús no es Dios, ya que él siempre diferencia entre ambos. Observemos las siguientes referencias como ejemplo:

“A este Jesús, Dios lo resucitó…” (Hechos 2:32)

“Por tanto, sépalo bien todo Israel que a este Jesús, a quien ustedes crucificaron, Dios lo ha hecho Señor y Cristo”. (Hechos 2:36)

En los dos pasajes, el título Dios se aparta de Jesús. Entonces, ¿por qué él hizo esto si Jesús era Dios?

Para Pedro Jesús era un siervo de Dios. Pedro dijo:

“Cuando Dios resucitó a Su siervo…” (Hechos 3:26)

El título de siervo se refiere a Jesús. Esto queda claro en un pasaje anterior donde Pedro declara:

“El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros antepasados, ha glorificado a Su siervo Jesús…” (Hechos 3:13)

Pedro debió haber sabido que Abraham, Isaac y Jacobo nunca hablaron de un Dios trino. Siempre hablaron de Dios como el único Dios. Aquí, como en Mateo 12:18, Jesús es el siervo de Dios. Mateo nos cuenta que Jesús era el mismo siervo de Dios del cual se hablaba en Isaías 42:1.  Por lo tanto, de acuerdo con Mateo y Pedro, Jesús no es Dios, sino el siervo de Dios. El Antiguo Testamento repetidas veces dice que hay un único Dios (ver Isaías 45:5).

Todos los discípulos de Jesús sostenían este punto de vista. En Hechos 4:24 se nos dice que los creyentes le rezaban a Dios diciendo:

“…alzaron unánimes la voz en oración a Dios: ‘Soberano Señor, creador del cielo y de la tierra, del mar y de todo lo que hay en ellos’”.

Está claro que a quien le estaban rezando no era Jesús, porque dos versos más adelante, se refieren a Jesús como:

“…tu santo siervo Jesús, a quien ungiste”. (Hechos 4:27)

Si Jesús era Dios, sus discípulos lo hubiesen dicho claramente. En cambio, seguían predicando que Jesús era el Cristo de Dios. En Hechos 5:42 dice:

“Y día tras día, en el templo y de casa en casa, no dejaban de enseñar y anunciar las buenas nuevas de que Jesús es el Cristo”.

La palabra griega “Cristo” es un título humano. Significa “Ungido”. Si Jesús fuese Dios, ¿por qué los discípulos se refieren continuamente a él con títulos humanos como “siervo” y “Cristo” de Dios, y utilizan consistentemente el título de Dios para aquel que elevó a Jesús? ¿Acaso temían a los hombres? ¡No! Ellos predicaban abiertamente la verdad sin miedo ni a la prisión ni a la muerte. Cuando se enfrentaron con la oposición de las autoridades, Pedro declaró:

“¡Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres! El Dios de nuestros antepasados resucitó a Jesús…” (Hechos 5:29-30)

¿Acaso estaban sin el Espíritu Santo? ¡No es así!  El Espíritu Santo los apoyaba (ver Hechos 2:3, 4:8 y 5:32). Ellos simplemente estaban enseñando lo que habían aprendido de Jesús: que Jesús no era Dios, sino que era Su Siervo y Su Cristo.

El Corán confirma que Jesús era el Mesías (Cristo) y que era siervo de Dios (ver el Sagrado Corán 3:45 y 19:30).

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