- Por Aisha Stacey (©2012 IslamReligion.com)
Descripción: El respeto a Dios se demuestra obedeciéndolo
El ser bien considerado, honrado o estimado, es comúnmente conocido como la definición de respeto. De hecho, el diccionario describe al respeto como una consideración cortés de los sentimientos ajenos y relaciona el respeto con el honor, la benevolencia, la obediencia y la tolerancia. Entonces, ¿cuál es el rol del respeto en el Islam?
El Islam nos enseña que es responsabilidad de cada individuo tratar a toda la creación con respeto, honor y dignidad. Quien más merece consideración es el Creador. El respeto comienza con el amor y obediencia a las órdenes de Dios, y de este respeto fluyen todas las maneras y altos estándares de moralidad que son inherentes al Islam.
“[Y sabed que] Quienes obedezcan a Dios y a Su Mensajero, Le teman y sean piadosos, serán los verdaderos triunfadores”. (Corán 24:52)
Para tener éxito en esta vida y en la otra, el Islam le pide a cada individuo obedecer al Creador y tratarse a sí mismos, a los creyentes, a toda la humanidad y al medio ambiente, con respeto. Teniendo en cuenta que los creyentes son una sola nación, y que si una parte de la nación está en peligro también lo está el resto de ella, el respeto por el prójimo es esencial.
El Islam nos enseña que somos responsables no sólo por nuestros actos y pensamientos, sino también por la influencia que tenemos sobre otros y sobre la creación. El Islam nos encomienda ordenar el bien y prohibir el mal, y vincula el respeto con la paz, el amor y la compasión, todos estos atributos del Único Dios. Por lo tanto, para cumplir con nuestra obligación de honrar y obedecer a Dios, debemos respetar el honor, la privacidad y la reputación de nuestros semejantes. El respeto implica mantenerse completamente alejados de los graves pecados de la maledicencia, la mentira, la calumnia y el chisme.
El respeto por la humanidad significa mantenerse alejado de los pecados que causarán discordia entre la gente y conducirán a la destrucción. El respeto incluye querer para nuestros hermanos y hermanas lo que queremos para nosotros mismos. También implica tratar a los demás de la forma en que deseamos que nos traten, y de la forma en que esperamos que Dios nos trate, con compasión, con amor y misericordia. Los pecados mayores ponen una barrera entre la humanidad y la misericordia de Dios, y causan todo el tormento, miseria y maldad en este mundo y en el más allá. Dios nos ordena apartarnos de los pecados y esforzarnos por combatir las características negativas de nuestra personalidad, y nos ha indicado que la sospecha, la maledicencia y el chisme no nos traen más que vergüenza y desgracia.
“¡Oh, creyentes! Evitad sospechar demasiado [de la actitud de los demás], pues ciertamente algunas sospechas son un pecado; y no os espiéis ni habléis mal del ausente, pues ello es tan repulsivo como comer la carne de un hermano muerto. ¿Acaso alguno de vosotros desearía hacerlo? Por supuesto que os repugnaría. Y temed a Dios; ciertamente Dios es Indulgente, Misericordioso”. (Corán 49:12)
Ibn ‘Abbas, un compañero del Profeta Muhammad (que la paz y las bendiciones de Dios sean con él) y comentarista del Corán, dijo que Dios nos prohibió la maledicencia de la misma forma que nos prohibió comer la carne de un hermano muerto. El canibalismo es algo por lo que la gente siente un desprecio y horror naturales, y deberíamos sentir lo mismo por la maledicencia de los unos contra los otros. El respeto implica cuidarnos el uno al otro, sin hacer carroña del prestigio ajeno como no lo haríamos de una persona muerta.
La maledicencia
Algunas personas pueden pensar que la maledicencia son sólo palabras (sin peso) y se preguntan qué daño hacen. Las palabras ciertamente encierran un gran poder y tienen efectos de muy largo alcance difíciles de medir. Además de la obvia falta de respeto que implica la maledicencia (murmuración, infundio, chismorreo, habladuría, difamación, etc.), unas simples palabras pueden causar una gran ofensa y dolor al difamado, y conducir al difamador al fuego del Infierno. El Profeta Muhammad (que la paz y las bendiciones de Dios sean con él) nos advirtió que un ignominioso destino aguarda a quienes se expresen sin respeto. Él dijo: “Un hombre puede decir una palabra sin pensar acerca de sus implicancias, pero a causa de ella él puede ser sumergido en el fuego del Infierno más profundamente que la distancia que hay entre el oriente y el occidente”[1].
En una ocasión, un compañero cercano del Profeta Muhammad inquirió sobre cómo podría ser admitido en el Paraíso y distanciarse del fuego del Infierno. El Profeta Muhammad mencionó la virtud de las buenas obras y preguntó a su compañero si deseaba conocer el fundamento de las buenas obras. Él respondió “Sí, ciertamente”, y entonces el Profeta Muhammad se tomó la lengua con los dedos y afirmó: “Ten cuidado con esto”. El Profeta Muhammad afirmó que nada lleva a la gente tan rápido al Infierno como “lo que cosechan con sus lenguas”[2].
Habiendo establecido que la maledicencia no es solamente palabras, ¿cómo podemos definir qué es? La maledicencia es hablar de alguien en una forma denigrante, o en una forma que no complacería a la persona en cuestión. Se lo conoce también como “hablar a espaldas” debido a que ocurre, generalmente, en ausencia de la persona afectada. El Profeta Muhammad lo definió como “mencionar de tu hermano algo que a él le disgustaría oír”[3]. El Imam An-Nawawi comentó que la maledicencia incluye “lo que concierne a su cuerpo, su práctica religiosa, sus circunstancias mundanas, su apariencia física, su carácter moral, su riqueza, sus padres, sus hijos, su esposo o esposa, sus empleados, su ropa, sus actividades, su sonrisa y sus disgustos, y cualquier cosa que le pertenezca. No importa si lo mencionas explícitamente a través de la palabra, o implícitamente a través de un gesto…”.
De la misma forma, le preguntaron al Profeta Muhammad acerca de la maledicencia cuando lo que se menciona es cierto. Él explicó la gravedad de la maledicencia, y explicó la diferencia entre ella y la calumnia diciendo: “Si lo que dices acerca de tu hermano es cierto, entonces lo estás difamando. Si lo que dices acerca de tu hermano es falso, entonces lo estás calumniando”[4]. La calumnia es hacer afirmaciones falsas sobre otra persona; es un pecado mayor y merece un severo castigo. Dios dijo en el Corán:
“Y quienes ofenden a los creyentes y a las creyentes sin tener motivo, he aquí que cometen un pecado evidente”. (Corán 33:58)
En otro reporte del Profeta Muhammad, su amada esposa ‘Aishah hizo un comentario acerca de una de sus coesposas, describiéndola como corta de estatura. El Profeta Muhammad le respondió de una forma que le dejó en claro la gravedad de sus palabras: “Has dicho una palabra que si la mezclaras con el agua del mar, lo contaminarías”[5].
La maledicencia se ha difundido enormemente hoy en día, y la gente la utiliza para expresar enojo y celos. Aquellos que se involucran con ella están faltándole el respeto a Dios al desobedecerle y perjudicar a sus semejantes. Las revistas y la televisión se consagran con pasión a los chismes y rumores difundiendo la vida privada de los demás. No hay ningún respeto a la privacidad, y contrario a la creencia popular, la vida privada de las personas no tiene por qué ser una fuente de material para sesiones de chismes. La persona que habitualmente se involucra en la maledicencia y los rumores, y que no lucha contra sus propios caprichos y egoísmo, rogándole perdón a Dios, ha perdido el respeto por sí misma, porque ya no teme al fuego del Infierno. El pecado es grave, el castigo es severo, pero Dios es Misericordioso y siempre acepta el arrepentimiento sincero.
“Quien de vosotros cometa una falta por ignorancia, y luego se arrepienta y enmiende, [sepa] que ciertamente Él es Absolvedor, Misericordioso”. (Corán 6:54)